No se sabe mucho sobre la vida de este santo. Tan solo que fue un pescador de Galilea, que trabajaba en el Mar Negro y que junto con su hermano Simón Pedro se convirtieron en discípulos de Jesucristo.
Fue crucificado por los romanos en una cruz en forma de X en Patras (Grecia) pues se negó a ser crucificado en una cruz igual a la de Jesús por no ser merecedor de ello.
La leyenda cuenta que, en el siglo IV, un monje griego conocido como San Régulo tuvo una visión por la que se le ordenaba tomar las reliquias de San Andrés para su custodia. Se embarcó y llegó a las costas de Fife lo que es ahora Saint Andrews, en la costa este de Escocia. La ciudad construyó una catedral y fue un importante centro de peregrinación.
La catedral y todo lo que contenía fue destruida en el siglo XVI durante la Reforma protestante escocesa.
Actualmente hay reliquias de este santo en la Catedral de Santa María en Edimburgo gracias a las donaciones del arzobispo Amalfi en 1879 y del Papa Pablo VI en 1969.
Los restos de la cruz donde fue crucificado están en la Catedral de San Andrés en Patras (Grecia).
Otra leyenda cuenta que en el año 832 el rey Angus II de los pictos dirigió a los escotos en su batalla contra los anglos. El rey y sus hombres se vieron rodeados y rezaron por sus vidas. Durante la noche San Andrés se apareció al rey y le prometió la victoria. Por la mañana, ambos ejércitos vieron aparecer sobre el cielo azul una cruz blanca dando coraje a los escoceses en el combate. Los anglos se desmoralizaron y perdieron.
Desde entonces el Saltire o la cruz de San Andrés ha sido la bandera de los escoceses y en 1606 entró a formar parte de la bandera del Reino Unido.
En 1320 San Andrés fue reconocido por primera vez como patrono oficial de Escocia, en la Declaración de Arbroath (declaración de independencia de Escocia).
Así como para los estadounidenses y canadienses el Día de Acción de Gracias es el pistoletazo de salida para la Navidad, para los escoceses el Día de San Andrés también es el preludio de las esperadas fiestas navideñas.
Es un día donde se ensalza la cultura tradicional escocesa con comida, música y baile.
